Estamos asistiendo en vivo y en directo a un paso más de la desintegración y privatización de una de nuestras sociedades: Renfe Mercancías. 

Es una cuestión de extrema gravedad para el Grupo Renfe y para el transporte ferroviario nacional e internacional a pesar de que existan criterios (principalmente económicos) que lleven a tomar este tipo de decisión. 

Si bien, bajo el punto de vista de CSIF, este hito no se ha abordado correctamente por las diferentes administraciones y gestores que han pasado por nuestra empresa y que no han seguido criterios estratégicos, empresariales ni de gestión pública adecuados y, finalmente, se ha convertido en el problema que tenemos ahora delante. 

Tampoco las representaciones sindicales con presencia en el Comité General de Empresa y en el Consejo de Administración han sido capaces de proponer alternativas serias y viables para ser estudiadas. De huelgas y movilizaciones de protesta ni hablamos. Sí han permanecido callados los últimos cinco años, sumisos a quien los llena de subvenciones (en esto no iban a ser una excepción). 

Hay que decirlo así porque es un tema recurrente en el Consejo de Administración. Por ello, todos somos conocedores y ejecutores por acción u omisión del proceso que está a punto de culminar con la entrada de un socio (es un hecho, sólo se está valorando quién será el preferencial) y la venta del 50% de una empresa pública. 

La empresa ha buscado (y encontrado) socio para vender una sociedad patrimonio ferroviario, siembra la incertidumbre acerca de la situación laboral de sus profesionales y da un golpe (más que probable) a Renfe Fabricación y Mantenimiento. 

Es curioso que un Gobierno, que dice defender lo público, vaya vender parte de una empresa que es patrimonio de todos los españoles y referente nacional e internacional de nuestro país. 

CSIF, como sindicato más representativo en las administraciones públicas,ha requerido al presidente de Renfe para conocer de primera mano el estado de la operación y ofrecer nuestra visión acerca de los aspectos más trascendentales para los trabajadores y la empresa. 

Pero tenemos una línea roja que debería serlo para todos.

Exigimos a la empresa su compromiso, público y notorio, con los trabajadores de Renfe Mercancías para respetar su condición de empleados públicos sin que pueda obligarse a ninguno de ellos a formar parte de la nueva sociedad.

 

 

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