El delegado de CSIF que se jubila tras 45 años en Correos. “Antes la gente venía feliz a trabajar”

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26 de febrero de 2020

Rafael Segovia, el referente del sindicato en Barcelona, acaba de poner fin a su carrera laboral. “Me voy desilusionado porque veo al empleado de Correos muy quemado”.

Esta es la historia de Rafael Segovia, delegado de CSIF en Correos en los últimos 33 años en Barcelona. Un hombre que acaba de poner fin a su carrera laboral. “Necesito vivir, respirar”, explica con la misma energía que recuerda el año 1973 en el que entró a trabajar en Correos o aquel día de finales de los ochenta en el que vinieron a buscarle desde el sindicato a la ventanilla de Santa Coloma de Gramanet en la que estaba trabajando. “Tú arrastras gente”, le dijeron y le pusieron de número tres en la lista.

 

Y no se equivocaron. De los 43 afiliados con los que empezó llegó a 1.150. Quizá porque lo vivía a fondo (“hacía más horas que un reloj”) o quizá porque tuvo la virtud o el defecto de convertir al sindicato “en una parte más” de su familia. De ahí que ahora le resulte tan difícil separarse. “Ayer, sin ir más lejos, me llamaron afiliados de Manlleu, que tienen mi teléfono y me preguntaban si podía hacer una cosa por ellos y es que me siento en mi salsa”.  Pero la realidad es que Rafael Segovia, el delegado que parecía que iba a durar toda la vida, ya no está. “Todo tiene un principio y un fin”, añade él, hijo, nieto, hermano y padre de empleados de Correos. “Somos cuatro generaciones y llevo esta empresa en la sangre”, razona.

 

Por esta empresa llegó a hacer huelgas de hambre. Tenía 18 años cuando empezó a trabajar en Correos. Y llegó al sindicato con una barba que parecía un terrorista y con veinte kilos más de los que pesa ahora. “Pero creo que era otra época. Antes, creo que la gente venía más feliz a trabajar: lo que conseguíamos lo lográbamos entre todos. Ibas a un distrito a dar una asamblea y deseaban escucharte. Ahora, hay tantas desigualdades que la gente está muy quemada y, sobre todo, cuando te dicen que hoy faltan dos o tres compañeros y no viene nadie a sustituirlos… Te duele que pase esto y no poder dar solución a esos problemas, porque desde la empresa te dicen: 'hay que ahorrar'”.

 

“Me voy desilusionado”, acepta Rafa Segovia que, a los 64 años, quiere pensar que “iremos a mejor en el futuro”. “Hay que entender de una vez que tiene que ser así. Que esto no es como la Generalitat donde los empleados van y se colocan frente a la pantalla de un ordenador. Aquí hay carga y descarga. Aquí hay un trabajo físico. Aquí tenemos a empleados de más de 60 años con problemas físicos a los que no se puede readaptar, porque no hay readaptaciones para todos y que tampoco se pueden jubilar. Y yo nunca dejaré de preguntar por qué no se puede jubilar: ¿por qué no se respeta al empleado de Correos como realmente merece?”

 

Mientras tanto, él siempre seguirá al tanto. “Mi hija, mi sobrina, mi pareja están trabajando en Correos”. Pero, sobre todo, tiene confianza en el futuro como le dijo al presidente la última vez que le vio porque ve "en Juan Manuel Serrano un hombre que quiere hacer cosas por Correos. Y no sé si me equivocaré. Pero quiero pensar que la intuición no me engaña y que podemos ir a más, que Correos debe ir a más y no dejar de pensar nunca en las penalidades que pasa ese empleado que está en la calle”.

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